La educación en la Flèche le proporcionó, durante los cinco primeros años, una introducción a la cultura clásica, habiendo aprendido latín y griego en la lectura de autores como Cicerón, Horacio y Virgilio, por un lado, y Homero, Píndaro y Platón, por el otro. El resto de la enseñanza estaba basada principalmente en textos filosóficos de Aristóteles (Organon, Metafísica, Ética a Nicómaco), acompañados por comentarios de jesuitas y otros autores españoles.
En 1619, en Breda, conoció a Isaac Beeckman, quien intentaba desarrollar una teoría física corpuscularista, muy basada en conceptos matemáticos. El contacto con Beeckman estimuló en gran medida el interés de Descartes por las matemáticas y la física. Pese a los constantes viajes que realizó en esta época, Descartes no dejó de formarse y en 1620 conoció en Ulm al entonces famoso maestro calculista alemán Johann Faulhaber. Inspirado por una serie de sueños, en esta época vislumbró la posibilidad de desarrollar una «ciencia maravillosa». Descartes descubre el teorema denominado de Euler sobre los poliedros.
Descartes no publica entonces ninguno de estos resultados. Durante su estancia más larga en París, Descartes reafirma relaciones que había establecido a partir de 1622 con otros intelectuales, como Marin Mersenne y Guez de Balzac, así como con un círculo conocido como «Los libertinos». En esta época sus amigos propagan su reputación, hasta el punto de que su casa se convirtió entonces en un punto de reunión para quienes gustaban intercambiar ideas y discutir; en 1628 libra un duelo, tras el cual comentó que «no he hallado una mujer cuya belleza pueda compararse a la de la verdad». El año siguiente, con la intención de dedicarse por completo al estudio, se traslada definitivamente a los Países Bajos, donde llevaría una vida modesta y tranquila, aunque cambiando de residencia constantemente para mantener oculto su paradero. Descartes permanece allí hasta 1649, viajando en una ocasión a Dinamarca y en tres a Francia.
En septiembre de 1649 la Reina Cristina de Suecia le llamó a Estocolmo. Allí murió de una neumonía el 11 de febrero de 1650. Falleció a los 53 años de edad.
1643. "Epistola Renati Descartes ad celeberrimum virum D. Gisbertum Voetium"
1644. Edición en latín del "Discurso del método", traducido por Et. de Courcelles y revisado por Descartes, con la "Dióptrica" y los "Meteoros", pero no la "Geometría", (que será editada en latín en 1649 por Schooten en traducción no revisada por Descartes.)
1647. "Les Méditations métaphysiques de René Descartes", traducidas por el duque de Luynes son la primera edición en francés de las "Meditaciones", editadas en París por Veuve Jean Camusat y Pierre Le Petit. Ambas traducciones fueron revisadas por Descartes.
1647. "Les principes de la philosophie", primera edición en francés, en París, a cargo de Henri Le Gras. La traducción del abate Picot fue revisada por Descartes, quien añade una carta prefacio.
1649. "Les Passions de l'âme", (más conocida como el "Tratado de las pasiones"), publicada por varios editores: en Holanda por Louis Elzevier y en Francia por Henri Le Gras, entre otros.
2- Obras publicadas tras la muerte de Descartes
El principal editor de Descartes es su cuñado Claude Clerselier. A la muerte de Descartes en Estocolmo el embajador de Francia Hector-Pierre Chanut se hace cargo de sus escritos, que envía a Clerselier, quien edita algunas de sus obras y gran parte de su correspondencia:
1657. "Lettres de Descartes", editadas por Charles Angot y Henri Le Gras, en París. Un segundo volumen será editado en 1659, con traducciones más o menos afortundas de su correspondencia en latín.
El resto de las obras inéditas de Descartes se publicaron esporádicamente a lo largo de los siglos XVIII y XIX, culminando en la edición de sus obras completas por Charles Adam y Paul Tannery entre los años 1897 y 1909, convertida en la obra de referencia de la bibliografía cartesiana.
Influencias:
¿Sigue ejerciendo el pensamiento de Descartes alguna influencia en la actualidad? a esta pregunta se contesta de un modo casi inmediato en el caso de Descartes: no porque se quiera magnificar su labor, sino porque la Ilustración y la explosión científica europea llevan el sello del racionalismo iniciado por él. Un racionalismo que será criticado por los autores empiristas, particularmente por Hume, y que necesita reconsiderar la función de la experiencia dentro del conocimiento, o de otras facultades humanas (sentimientos, pasión…) en la vida de cada individuo. Pero un racionalismo, no lo olvidemos, volcado hacia la física (Descartes fue el primero en enunciar el principio de inercia) e interesado también por esas pasiones que Descartes trata de describir en su tratado. Por ello, podemos concluir que el pensamiento cartesiano nos proporciona muchas claves explicativas, no sólo del desarrollo de la filosofía, sino también de la evolución de la ciencia y de muchas de nuestras formas de pensamiento, por lo que su lectura y revisión siguen teniendo sentido hoy en día.
1 comentario:
Gracias por la información que ha publicado en su blog, me ayudo a comprender el concepto de potestad en Ockham, ha sido de mucha utilidad para un escrito, pero no sé bien como citarla como fuente, agradeceré me lo indique.
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